La elección de nuestra pareja es una de las decisiones más importantes que tomamos a lo largo de nuestra vida y al mismo tiempo es también una de las que menos razonamos o analizamos, de ahí que, con el tiempo, esta elección se acaba convirtiendo en algo que realizamos varias veces a lo largo de nuestra vida.
Pero ¿Es posible tomar una decisión correcta en este punto? Bueno más que poder tomar una decisión correcta sin opción al fallo, lo que si que podemos evitar es una elección que seguro que va a salir mal tarde o temprano.
En este artículo hablaremos de 5 claves a tener en cuenta y que van relacionadas con el grueso de motivos que llevan a que una relación termine por fracasar.
Es importante examinar estas 5 claves lo antes posible, ya que dejarlas para más adelante solo hará que sea más difícil tomar la decisión de no seguir con esa persona debido al cariño o roce que se ha ido creando.
1. Seguir al corazón o hacer caso a la razón
Como concepto romántico es precioso y se vende muy bien, especialmente en programas de televisión y películas, pero en el mundo real seguir al corazón sin escuchar a la razón no es la mejor de las ideas.
Es como la típica idea de “Deberíamos montar un bar” que se nos ocurre una noche de fiesta con algunas copas de más. Tomar esa decisión que parece absurda y que ni recordamos al día siguiente no es muy diferente a elegir pareja dejándonos llevar por ese “colocón” de hormonas que nuestro cerebro ha generado.
En esa pelea de sentimientos contra razón, si no hay sentimiento, por buena que sea la razón no va a salir bien, pero, por muy intensos que sean los sentimientos, si la razón nos lanza mensajes luminosos de color rojo, en el momento que se nos pase la “borrachera” emocional, ya no podremos ignorar a la razón, haciendo que tampoco salga bien.
2. Proyecto vital
Es esencial poner en común los proyectos vitales de cada uno y tener un orden sobre estos en cuanto a su importancia. Una idea es hacer 3 tipos de proyectos.
– Proyectos o ideas que desearíamos hacer pero que tampoco sean especialmente importantes y sobre los que seamos muy flexibles sobre si realizarlos o no.
– Proyectos o ideas que suponen una ilusión mayor y que, aunque no tengamos por qué realizarlos por completo, si deseamos explorarlos en cierta medida, haciendo que sean parcialmente negociables. Por ejemplo: “Me gustaría viajar por toda Europa”. Bueno, quizá te conformes con visitar unos cuantos países para dar por cumplido ese sueño.
– Líneas rojas: Proyectos o ideas de blanco o negro que no son negociables y que no aceptamos dejar atrás: Por ejemplo, Tener/No tener hijos.
Si a la hora de poner estos proyectos en común hay líneas rojas incompatibles, tarde o temprano eso ocasionará un problema. Si esperamos y confiamos en que cambie de idea, tendremos un problema si no cambia de idea y si tratamos de convencerlo (y lo conseguimos) puede generar un resentimiento e insatisfacción a largo plazo en la persona que renuncie a algo que terminará afectando a la relación.
Si bien podemos negociar y buscar acuerdos con los otros puntos, no merece la pena intentar invertir ni un segundo cuando haya líneas rojas incompatibles ya que de otra forma acabarán cobrándose su precio.
3. Momento vital
“Antes de comenzar una relación hay que estar bien con uno mismo”. Traduzcamos ese mantra repetido hasta la saciedad.
El ser humano tiende a buscar el máximo placer con el menor esfuerzo posible. Esto significa que si no estamos bien y vemos que otra persona puede taparnos ese problema, el cerebro va a preferir “no trabajar” y que sea el nuevo el que se encargue de todo.
Por eso, hay que evitar tomar decisiones en momentos de crisis interna o en los que no nos encontremos bien emocionalmente a fin de evitar que esa relación solo haya sido un parche fácil que nuestro vago cerebro nos ha invitado a tomar para no trabajar.
Una relación que se inicie en este estado tiende a fracasar con el tiempo, porque, entre otras cosas, tiende a generar expectativas irreales aumentando el nivel de exigencia ejercido hacia la pareja, quien, seguramente, no podrá satisfacerlas al completo.
4. Vínculo intelectual
Este apartado es muy importante y no solo hablamos de tener valores o gustos en común, sino también de una cuestión más bien educativa o cognitiva.
En parejas donde una de las personas tiene un nivel educativo alto, ojo no por titulitos, sino porque le gusta aprender, leer y saber más, mientras que la otra pasa de todo esto, es muy posible que sea más complicado hacer fluir una conversación.
Además, esto también puede llevar a que una parte se sienta “superior” a la otra y vaya adjudicándose derechos a sí misma sobre la otra parte, como tomar según que decisiones. Del mismo modo, puede ocurrir que la otra parte se sienta “inferior” por sentirse más tonto que el otro y desarrolle problemas de autoestima e inseguridad.
Si bien esto no es algo clave, en casos donde estas diferencias sean muy marcadas, si puede ser un problema a tener en cuenta.
5. Experiencias pasadas
Es bueno saber, al menos en líneas generales, cómo han sido sus experiencias pasadas, ya que estas revelan patrones de comportamiento y de gestión de problemas que muy posiblemente os afectarán a vosotros. Veremos dos ejemplos sencillos.
Si ha sido infiel o vuestra relación empieza porque uno de los dos ha sido infiel a su pareja anterior, siempre quedará la duda en el aire de si volverá a hacer lo mismo cuando tenga un problema en esta nueva relación.
Si “discutía mucho” con su anterior pareja, es posible que sea complicado establecer una comunicación útil a la hora de gestionar problemas o tomar decisiones.
No quiere decir que cualquiera de estos “defectos” deban ser una bandera roja inminente, pero si deben ser tomados en consideración para evitar repetir ciertos ciclos y conductas que, a la vista está, no han terminado bien.

