¿Cómo trabajar tus emociones? – Técnica fácil con música

¿Cuántas veces has escuchado que es importante trabajar en el “manejo y gestión de las emociones”? Una persona que no es capaz de identificar y gestionar correctamente sus emociones es mucho más propensa a que estas escapen de su control.

Como decía un anuncio, “la potencia sin control no sirve de nada” y precisamente las emociones, cuando no somos capaces de gestionarlas son capaces de llevarnos a estados límite pudiendo distorsionarse hasta tal punto que generen problemas y trastornos.

Son muchas las técnicas y formas que existen para aprender a trabajar nuestro apartado emocional, hoy os contaremos una que sirve para poder experimentar diferentes estados emocionales, permitiéndonos analizarlos de manera profunda y es a través de la música.

La música nos ha acompañado desde el inicio de nuestra evolución y nos permite asociar de forma automática sonidos y emociones. Por ejemplo, somos capaces de identificar si una persona parece decaída o alegre solo por el sonido y la musicalidad de su voz al hablar sin que nosotros hagamos ningún análisis consciente de ello.

Hay muchos estudios de neurociencia que han demostrado que, al escuchar música, se activan áreas del cerebro encargadas de aspectos como la empatía. En dichas áreas hay neuronas espejo que reflejan las intenciones de otras personas en nosotros haciendo que podamos experimentar sus intenciones y emociones como propias.

Pues eso es precisamente lo que ocurre en nuestra cabeza cuando escuchamos música, que decodificamos ese mensaje en forma de música y los transformamos en diferentes emociones.

Suele ocurrir que las personas que tienen problemas para gestionar sus emociones también tienen problemas para verbalizar lo que les ocurren cuando experimentan estas mismas, y es que, es mucho más sencillo imaginar una emoción, como pueda ser la tristeza, que describirla con palabras.

Siguiendo esa idea de “imaginar mentalmente” las emociones, la música nos permite precisamente hacer ese proceso de trasladar las emociones a nuestra mente de una forma más controlada, ya que no ha habido una causa dentro del mundo real como una discusión o una buena noticia que las haya provocado.

La efectividad del uso de la música reside en que, si precisamente tenemos problemas para entender y gestionar las emociones, es muy complicado que en el momento que experimentemos una emoción, como el enfado ante un contratiempo, seamos capaces de pararnos en seco, sacar un cuaderno y apuntar cómo nos sentimos con una libreta sin dejarnos llevar por esa emoción.

Por este motivo, muchas personas a las que en terapia se les pide que anoten cómo se sienten al experimentar las diferentes emociones, tengan problemas para poder realizarlo en aquellos momentos de su día a día en los que estas acudan. Esto sin contar que quizá en ese momento no puedan detenerse al análisis y que cuando lo hagan ya haya pasado ese boom emocional haciendo que el recuerdo sea peor y por tanto obtengan un análisis mucho más pobre.

Si lo que buscamos es poder realizar un análisis rico y fiel, más aún siendo “novatos” en lo que a introspección se refiere, la música nos permite poder experimentar esa emoción en un momento en el que sí vamos a estar preparados.

Además, las emociones experimentadas, aunque intensas, no lo son tanto como cuando se deben a algo que nos ocurre, sino que surgen de una forma amortiguada, haciendo que aquellas personas con dificultades para poder controlarlas, puedan experimentarlas en pequeñas dosis y así aprender a identificarlas mejor.

De esta manera lo que se experimenta, más que la emoción al completo es el inicio de esta, esos primeros síntomas como calor, sudores u hormigueos, de tal forma que estaremos aprendiendo a ver cómo reaccionamos cuando esa emoción surge.

Poder identificar cuándo asoman las emociones a través de la detección de estos primeros síntomas, nos permitirá saber lo que viene después y poder estar preparados para enfrentarlo de una forma más consciente y sin llegar a puntos de no retorno en los que la emoción toma el control de nosotros.

¿Cómo practicar esta técnica?

1. Elija o pida ayuda para elegir un pequeño repertorio de canciones orientados a una emoción en concreto.

2. Busque un momento del día en el que se encuentre lo más emocional y físicamente plano posible: Evitar momentos en los que se está muy cansado, eufórico, preocupado o cualquier otra alteración que pueda distorsionar el momento.

3. Prepare un ambiente tranquilo, sin ruido, poca luz y en soledad.

4. Busque una posición cómoda y relajada, puede ser tumbado o sentado.

5. Tenga a mano un papel y un boli para ir anotando todo lo que vaya experimentando.

6. Ponga la música a un volumen medio, ni muy alto ni bajo, si es con auriculares mejor.

¿Qué anotar?

Anote todas sus respuestas tanto físicas como mentales:

Nivel físico: Hormigueos, sudores, calor, músculos tensionados, relajación, etc.

Nivel mental: Pensamientos, ganas de hacer algo, necesidad de compañía o soledad, etc.

¿Cómo hago el análisis?

Para que este análisis sea lo más fiel posible a la realidad, es recomendable realizar este proceso al menos 3 días para cada estado emocional. Una vez recopilados todos los datos se puede ver que síntomas físicos y mentales aparecen ligados a esta emoción de forma recurrente.

Identificar estas reacciones nos permitirá que cuando las experimentemos fuera de esta dinámica, seamos capaces de tomar consciencia de nuestro estado antes de que este se intensifique.

Compártelo si te ha gustado

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *