La ansiedad en términos generales podría definirse como un estado de malestar provocado por un estrés físico o psicológico y que se manifiesta en síntomas como inquietud y agitación.
Generalmente, la ansiedad a su vez se caracteriza por estar asociada a pensamientos recurrentes donde se muestra una preocupación excesiva de que algo va a salir mal, y es precisamente esta asociación con la preocupación lo que vamos a desarrollar en este artículo.
Estos pensamientos negativos son una parte normal y necesaria dentro del ser humano, ya que son los que nos ponen en alerta para controlar nuestra conducta y nos protegen impidiendo que nos lancemos impulsivamente a realizar cualquier acción sin pensar en las consecuencias de esta. De no ser por ellos, no veríamos problema en realizar conductas potencialmente peligrosas como puedan ser el consumo de drogas o conducir bajo efectos del alcohol.
Del mismo modo, nuestra mente esta diseñada para pensar, no podemos callar nuestra mente y dejarla completamente vacía a voluntad o alejar un pensamiento que nos moleste con solo desearlo. Es más, cuanto más queremos dejar de pensar en una cosa, más complicado nos resulta quitarnos esos pensamientos de la cabeza.
Por ello, lo que debemos buscar no es eliminar como tal los pensamientos molestos, sino aprender a convivir con ellos y controlarlos, ya que los pensamientos por si mismos no tienen capacidad para afectar a nuestra vida y controlarla, sino únicamente de aparecer en nuestra mente como por arte de magia sin que nadie los haya invitado.
La mejor manera de entender esto es imaginar que vamos caminando por el centro de una ciudad y que vamos viendo diferentes anuncios que nos invitan a entrar en cada una de las tiendas que hay. Puede haber muchos anuncios, pero al final somos nosotros los que decidimos si entramos o no en la tienda para ver lo que tiene.
Pues bien, esos anuncios serían aquellos pensamientos que nos vienen a la mente sin avisar, pueden aparecer sí, pero no nos obligan a pararnos en cada uno de ellos y somos nosotros los que decidimos si queremos hacerles caso o no.
Siguiendo con el ejemplo, es posible encontrar muchos anuncios que afirmen que el producto que venden es el mejor o el más barato, lo cuál no significa necesariamente que lo sea. Esto mismo ocurre con los pensamientos, ya que son ideas que no describen necesariamente la realidad del mundo tal cual es, sino que te lanzan una visión sobre algo que puede ser verdad o no.
Lo que ocurre entonces con la ansiedad, es que se produce una fusión cognitiva o fusión con el pensamiento. Esta fusión consiste en que realizamos una distorsión de la realidad, ya que estamos tomando como cierto ese pensamiento que no tiene por qué estar reflejando una descripción real de la situación a la que se asocia.
En el momento en el que el pensamiento obtiene ese poder de ser considerado como una descripción real, aunque no lo sea, es cuando comienza a generarse toda esa preocupación excesiva sobre él, haciendo que condicionemos la forma en la que nos comportamos y nos sintamos.
Entender este concepto es el primer paso para poder trabajar sobre la ansiedad, y así identificar qué pensamientos son los que nos están preocupando tanto, para después poder analizarlos en profundidad y comenzar a desfusionarnos de estos, aprendiendo que los pensamientos son solo un ruido de fondo inevitable que nos acompaña a todos los seres humanos y que ese ruido es simplemente eso, un ruido en forma de ideas que en ocasiones pueden ser ciertas y en ocasiones no, correspondiéndonos a nosotros mismos revisar su veracidad y determinar si merecen nuestra atención o no.

