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Crianza positiva. Origen, mitos y falsas creencias.

La crianza positiva, aunque muy de moda, no es algo nuevo, sino que parte de la teoría del apego realizada por John Bowlby en la década de los 70, y más concretamente, parte del estilo de apego seguro que define a niños con vínculos familiares positivos, independencia, relaciones sociales e íntimas sanas y buena autoestima entre otras características.

Fruto de este tipo de apego, surgieron diferentes estudios sobre qué deberíamos hacer para lograr que nuestros hijos sean capaces de desarrollar este tipo de apego, y es ahí donde nace el fenómeno de la crianza respetuosa o crianza positiva.

Sin embargo, en los últimos años ha habido un gran boom en redes sociales sobre este tema y con este boom han llegado, como no podía faltar, diferentes polémicas que nacen de una creencia o interpretación errónea de lo que es la crianza positiva.

Y no es de extrañar que muchas personas la pongan en duda, ya que hay un sinfín de ejemplos donde muchos padres e influencers muestran actividades cotidianas en las que “aplican” la crianza positiva pero lo que hacen es algo completamente distinto.

Todo ello provoca que surjan diferentes creencias falsas, malas interpretaciones y críticas. Las 4 que más encontramos son las siguientes:

1. Hace que los niños estén sobreprotegidos y consentidos.

2. Cría niños sin límites ni consecuencias claras

3. Es solo una moda

4. Los niños se esfuerzan menos porque les dan todo hecho

Básicamente estas creencias se resumen en imaginarse padres que, en búsqueda de que su hijo sea feliz, dan a su hijo todo aunque no lo pida y no aceptan que su hijo tenga un mal comportamiento ya que no se “castiga” a este e incluso se le justifica.

La realidad es que, efectivamente hay un gran proteccionismo (que no es precisamente bueno) en muchos niños. El ejemplo más claro se da en ciertas relaciones entre padres y profesores en el entorno escolar, donde los docentes muchas veces se ven atacados por los propios padres que niegan o justifican los actos de sus hijos escudándose en argumentos como “mi hijo no es así”, “seguro que el otro ha hecho algo antes” o directamente insinuando la incompetencia del profesor como causa de que su hijo actúe de una determinada forma.

Unido a estos casos, encontramos a muchos niños que, fruto de una falta de consecuencias cuando realizan alguna conducta que no se corrige, van escalando en sus comportamientos siendo estos cada vez más graves, como por ejemplo el bullyng, al darse cuenta de que no importa lo que él haga que nada ocurrirá, o lo que es peor, incluso se le defenderá y justificará ante esos comportamientos.

No creo que sea una sorpresa para nadie decir que la crianza positiva no consiste en esto, ya que, si bien se aboga por evitar determinados tipos de castigos como el físico o los gritos, si que establece pautas claras sobre cómo establecer límites, que, espero que tampoco sea una sorpresa para nadie, pueden establecerse sin necesidad de este tipo de castigos.

Del mismo modo, en mi lucha por entender a todas aquellas personas que critican la crianza respetuosa o que tienen creencias erróneas acerca de esta, encontré dos elementos, que nuevamente nada tienen que ver, pero que son muy comunes y repetidos en redes sociales contribuyendo a que esas creencias permanezcan.

El primero es el llamado “tiempo de calidad”. Hay muchos padres que llaman tiempo de calidad a jugar con sus hijos (sobre todo en niños menores de 4 años) a juegos de aprendizaje como cubos, rompecabezas y formas.

Hasta aquí todo correcto, pero el problema empieza cuando el niño tiene alguna dificultad en resolverlo (esa es la gracia del juego) y para evitar que se “disguste” o que el niño “no quiera pasar tiempo con los padres porque cuando ellos juegan con él llora” en seguida acuden a resolverlo por él antes de que se frustre o directamente lo redirigen a otra actividad que no requiera de un esfuerzo o en la que no haya riesgo de que se produzca esa frustración o rabieta.

Este tipo de comportamientos de «ayuda» hacen de todo menos ayudar al aprendizaje, ya que el niño irá aprendiendo que, si hay algo que no sabe hacer o que no quiere intentar, sus padres acudirán a resolverlo por él, dando argumentos a la creencia de que los hijos de la crianza respetuosa no se esfuerzan.

El segundo elemento son algunas de las personas defensoras de la crianza respetuosa. A mi particularmente me gusta llamarlos “La Santa Inquisición de la crianza respetuosa”, ya que han cogido el modelo y han radicalizado sus enseñanzas hasta convertirlo en algo nuevo y “mejorado” donde todo lo que salga de sus dogmas se traduce automáticamente en delitos moral y penalmente castigables como el abandono, abuso o alguna cosa similar. Nada fuera de lo habitual en la sociedad, en cualquier caso, nótese la ironía.

Bien, os enseñaré dos ejemplos de esos mandamientos castigados como pecado mortal que he visto en redes sociales para que os hagáis a una idea.

“Levantarle la voz a un niño, aunque este vaya a meter los dedos en un enchufe y no tengamos forma de llegar a él antes para pararlo es violencia física y genera un trauma” y “Bajo ningún concepto puedes dejarle a tu hijo pequeño una pantalla o móvil, para hacer eso no tengas hijos”.

Si ahora os sentís malos padres por haber dado ese grito, no os preocupéis, vuestro hijo podrá soportarlo. Si bien no hay que usar el grito como herramienta habitual, ya que eso sí que genera muchos problemas en el niño (aparte de que pierde eficacia con el tiempo), dar un grito en una situación límite suele ser mejor que ver como se electrocuta, siempre y cuando luego se consuele al niño y se le expliquen los motivos.

Relativo a las pantallas, si bien no es aconsejable que se usen habitualmente porque está demostrado que afectan a su desarrollo, lo que no debe hacerse ni con las pantallas ni con otras cosas, es negar a tu hijo la realidad del mundo en el que vive y enfocarlo únicamente en aquello que cada uno considere “sano”, siendo mejor aprender a hacer un uso adecuado de cada cosa en función de su momento de desarrollo.

Si en lugar de enseñar a hacer un uso responsable de las cosas se prohíbe y aísla a los niños de ciertas actividades, alimentos, juegos o cualquier cosa que sus compañeros de colegio hagan habitualmente solo conseguiremos dos cosas. La primera es que pueda ser objeto de discriminación por ser el «rarito» y la segunda es que en cuanto tenga la menor ocasión y pruebe esas cosas prohibidas y seguramente haga un uso abusivo de ellas y a escondidas, porque no le han enseñado a hacer un uso responsable y porque no sabrá cuando será la próxima vez que podrá hacerlo.

Si te interesa la crianza positiva y quieres saber mucho más sobre su origen, principios y aplicación en cada fase del desarrollo del niño te invitamos a suscribirte de forma gratuita a nuestro canal de youtube, ya que el próximo mes comenzaremos una serie dedicada a este tema.

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