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2 razones que provocan crisis y rupturas en parejas duraderas

Seguramente habrás oído o visto en tu entorno como muchas parejas que parecían ya asentadas y definitivas ponen fin a su relación tras muchos años juntos. No es de extrañar que esto suceda y suele darse más a menudo en parejas que comenzaron su relación cuando eran jóvenes, entre los 17 y 24 años aproximadamente, llegando la ruptura cuando su edad es cercana a los 30 años. Es decir, hablamos de parejas que llevan entre 7 y 10 años juntos.

Pero, ¿Por qué tiende a producirse esto?. Si bien puede haber varios motivos, explicaremos 2 de ellos que tienden a repetirse con frecuencia.

En primer lugar hay que entender que, a lo largo de la relación, ambos miembros han pasado un periodo de madurez a nivel individual, donde han ido definiendo cuáles son sus valores, qué quieren hacer con su vida y, en definitiva, han fijado su personalidad y forma de actuar.

Una vez entendido este proceso, que es crucial para dar explicación a los dos motivos que comentábamos al inicio, pasaremos a analizarlos.

En el primer caso uno o ambos miembros de la pareja sienten que no avanzan, que se han estancado en una rutina y un aburrimiento que está provocando que ya no sean felices.

Esto es muy común y sucede porque han pasado gran parte de su relación creciendo, madurando y asentándose a nivel personal (estudios, trabajo, amistades, etc), haciendo que otros avances dentro de la pareja no hayan podido plantearse antes por estos motivos.

De esta forma, una vez terminada esa primera fase de enamoramiento, la pareja se estabiliza en una rutina cómoda y predecible que, tras finalizar ese periodo de madurez personal, ninguno de los miembros sabe cómo cambiar ya sea por miedo, acomodamiento o simplemente por no saber de qué forma y en qué dirección plantear ese cambio.

De hecho, es frecuente también que, al haberse conocido en esa etapa de inmadurez, surjan sientas dudas sobre si la otra persona está preparada para dar ciertos pasos como vivir juntos, casarse o tener hijos. Es una sensación similar a la que tienen los padres que parece que no terminan de ver que sus niños han crecido, haciendo que este avance o cambio en la relación se vea frenado también por este motivo.

Esta inseguridad, miedo al cambio y aburrimiento fruto de la rutina hacen que comiencen a crearse ciertas carencias dentro de la relación que cada vez van a ser mayores conforme se mantenga esta situación de estancamiento.

De hecho muchas personas llegan al punto de romper su relación tras conocer a nuevas personas con las que sienten finalmente una posibilidad real de cambio y avance en su vida, viendo a esta nueva persona como una opción más cómoda y fácil que intentar plantear un avance en su relación actual.

El otro motivo de crisis y ruptura nuevamente hace referencia a parejas que han puesto esa “pausa» en su avance, pero en este caso el problema no es tanto el no saber romper con la rutina sino haber aplazado ciertas conversaciones clave por miedo a una discusión o simplemente por falta de madurez para afrontarlas.

Es perfectamente normal que una persona con 18 o 24 años no tenga claro ciertos temas clave como el deseo de vivir en el extranjero, casarse o tener hijos, de forma que, no es descabellado pensar que no tiene mucho sentido abordar ni comentar estos temas, ya que es fácil que se cambie de opinión conforme la persona madure.

Sin embargo, con el paso del tiempo, va llegando un punto en el que todos estos temas van aclarándose dentro de cada uno, haciendo que hablar de estos temas vaya cobrando más sentido, ya que poco a poco se van tomando ciertas decisiones a nivel personal sobre lo que queremos y lo que no queremos en nuestra vida.

Pese a ello, muchas veces no se habla de estos temas hasta que no llega el momento de tomar una decisión, o lo que es peor, se habla de estos temas y pese a tener opiniones opuestas, se decide esperar a ver si uno de los dos cambia de idea para evitar una conversación más profunda que pueda generar la temida discusión o por miedo a darse cuenta de que sus vidas no son compatibles y “no se imaginan su vida” sin esa persona en caso de ruptura.

Sin embargo, lo más normal es que una persona a partir de cierta edad que tenga claro que quiere o no quiere una cosa mantenga esa decisión, haciendo que, una vez llegado el momento de tomar la decisión final, salga a la luz esa incompatibilidad de proyectos y la pareja se rompa y se tenga una sensación de “he estado perdiendo el tiempo”.

Estas crisis de pareja pueden prevenirse mediante el desarrollo de una conversación fluida en la que todos estos temas de “blanco o negro” se puedan ir exponiendo antes de tener que tomar una decisión final, ya que así es más fácil debatir y exponer diferentes puntos de vista y que estos sean escuchados al no tener esa presión o sensación de que lo que se hable será definitivo, que es precisamente lo que hace que seamos más reacios a ver más allá de nuestra postura durante esas «conversaciones definitivas».

De esta forma, exponer todas estas ideas con calma puede permitir que existan cambios de opinión tras ver la realidad de las situaciones y no solo la “idea inicial” sobre ellas que tenemos, haciendo que puedan romperse ciertas creencias y estereotipos que limitaban nuestros pensamientos inicialmente.

Del mismo modo, al no aplazar o evitar estos temas con la esperanza de que alguien cambie de opinión con el tiempo, podremos ver si nuestra pareja es compatible con nosotros a nivel de vida o si, por el contrario, va a ser un freno para ciertos objetivos y metas a las que no queremos renunciar y así evitar esa sensación tras la ruptura de “he perdido el tiempo” o ver como ciertos trenes han pasado de forma definitiva.

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